jueves, 30 de junio de 2011

Nuestra Tercera Visita: Guasmo


Creemos que los lugares nos escogen a nosotros y en esta visita pude comprobarlo. Nuestra intención era visitar un albergue de niños huérfanos al cual no pudimos ingresar por temas burocráticos del INNFA. Sin embargo, se nos facilitó una lista de lugares que si bien el INNFA conoce que existen no puede brindarles todo el apoyo que necesitan. Ante ello decidimos ir nosotros e intentar en un día aliviar un poco la carga y compartir el mayor tiempo posible para conocer su realidad y necesidades.

Jorge fue el conductor designado mientras las demás alistábamos la comida y todo lo que nos habían donado para poder abastecer la cocina del lugar. La guardería nos recibió entre llantos y palabras mochas. Este era un lugar diferente: eran los niños mas pequeños que visitábamos. Sus edades iban desde los 5 meses hasta los 5 años, por ello el menú de alimentos tuvimos que variarlo y adaptarnos a esos estómagos en madurez que nos recibían. Los cuneros estaban llenos y tuvimos que adecuar nuestras extremidades para sostener bebes y al mismo tiempo repartir y servir la comida.

No pretendemos solo llenar barrigas sino también regalar nuestro tiempo. Todos creemos que de nada sirve un cuerpo sano si esta huérfano de sentimientos. Y es que amor es lo que a este mundo le hace falta.

Fue una mañana especial. Aprendí que las cosas buenas si pasan y como si se tratase de alguna mágica complicidad divina resulto que en aquella guardería encontré a mis princesas de chocolate, a las que llevaba días sin ver y quienes -ignorándolo- habían motivado todo.

Que estas fotos les regalen sonrisas:


Nuestra Segunda Visita: Recinto La Estacada


Cada visita tiene sus anécdotas y aquel día en La Estacada no fue la excepción. El recinto esta ubicado en el km 24 1/2 de la Vía a Daule, para acceder al pueblo es necesario adentrarse en un camino de tierra enmarcado por sembríos de arroz y unas cuantas vacas. Al final, llegando al rio es donde la primera anécdota aparecía: había que cambiar de medio de transporte y dejar los carros en la orilla para tomar una panga que nos llevaría al recinto, siempre y cuando la marea este de nuestro lado.

Llego la hora de embarcarnos. Empezamos algunos a negociar el precio del "cruce" mientras otros se preparaban intentado controlar sus fobias. Al cabo de 20 minutos y luego de cargar con toda la comida, llegamos a la otra orilla y emprendimos la caminata hacia la escuela del lugar donde 100 niños estaban ya esperandonos.

Dejare que sean las fotografías de ese día las que les cuenten la experiencia:


Nuestra Primera visita

Todo empezó a finales de mayo entre lagrimas de nostalgia y síntomas incontenibles de extrañamiento. El 30 de ese mes dos princesas de chocolate dejaban mi casa -por razones que no son importantes- y se iban a vivir allá, donde parece que Guayaquil acaba. Como no es de sorprenderse, en un país que se alegra con música triste, se torna difícil no "crear" desde la pena. Y yo cree... Decidí aceptar mi perdida alejada de lo tradicional: No iba a llorarlas mas; iba a buscarlas en los rostros de todos los niños y en su nombre hacerlos felices. Era lo menos que podía hacer para con la vida que tan inmerecidamente me las había regalado y así, con ellas, me había también aleccionado.

Lo primero en que pensé fue que seguro tendrían hambre, que pasarían incomodidades y les harían falta cosas básicas. También pensé que era mi turno de entrar en su espacio, adaptarme a el y desde ahí -sin sacarlos- debía y debo hacer algo por ellos. Como buena (casi) manaba no podía hacer algo sin mi gente y quien mejor que mi familia, mi novio y mis amigos para darme una mano. Esas fueron las primeras sonrisas que deposite en mi banco. Ninguno se negó y todos animados empezamos a pasar la voz para juntar manos, comida, tiempo y ganas.

Así, el 31 de mayo a las 6pm, estábamos 8 locos en el puente cercano al Policentro cargados de tarrinas con comida (el infaltable arroz fiestero), colas, caramelos, vaso, hielo y cucharas esperando a los niños y niñas que muy puntualmente venden sus rosas o extienden sus manos en ese sector. La falta de experiencia nos jugo un mal susto y nos tenia ahí: parados, cargados sin tener a quien servir. Permitanme retractarme. Nada tenia que ver la falta de experiencia, eran los municipales y policías que ubicados cerca nos ahuyentaban a nuestros clientes. Ellos mas inteligentes ya los habían detectado y aseguraban que no caerían en la "trampa".
Bien dicen que "si Maoma no va a la montaña, la montaña va a Maoma" y por ello hicimos un trabajo a domicilio. Recorrimos casi todo el norte repartiendo comida, colas y sorpresas a todos los niños y niñas que inundan las calles pese a la indiferencia de muchos. La tarde/noche fue gratificante y agotadora. Las sonrisas siguen siendo incalculables.

Ese día fue el primero de cuatro semanas increíbles. Ese día fuimos 8 quienes pudimos compartir con los niños pero en realidad fueron muchos los que a través de sus donaciones hicieron posible una tarde inolvidable. Ese día entendí que mientras algunos pierden el tiempo renegando de la vida hay sonrisas por todos lados esperando alguien que las reciba.

Aquí les dejo la imagen del primer día: