jueves, 21 de julio de 2011

Nuestra Quinta Visita: Escuela Barrio Lindo

Como han podido darse cuenta, nuestra iniciativa consiste en llegar a lugares de mucha pobreza y visitarlos para compartir con ellos comida, víveres, tiempo, ropa, asistencia, etc. Nuestras visitas han tenido como objetivo alimentar a un mínimo de 100 niños cada semana. Esta semana fue especial: recibimos no 100, sino 340 sonrisas. Imaginense, a quien no se le alegra la vida así? y puedo asegurarles que hubo risas maravillosas, especialmente una: la de Valentina. Verla a ella es ver al amor. Sus muestras de afecto, sumadas a las de sus amigos, son uno de los recuerdos que como grupo mas atesoramos. Se preguntaran que tiene ella que la hizo destacar entre 340, pues Valentina padece síndrome de down y en un pueblo donde a simple vista pareciera que nada alcanza y la tristeza es lo común, esta ella, quien con sus ganas de vivir le dice al mundo de la forma mas sencilla que todos los días vale la pena levantarse y respirar.
Explicarles lo cansado que nos resulto cocinar 340 platos y sorpresas es intrascendente ya. Después de una visita como esta es cuando te das cuenta que lo que para ti es un esfuerzo para otro es un milagro.


Nuestra Cuarta Visita: Playland Park

En medio de un día en que parecía que no juntaríamos la comida y que el ingenio no nos alcanzaba para mantenernos todas las semanas alimentando niños, recibimos una donación sorprendente: 150 boletos para llevar por 3 horas a nuestros enanos al playland park. Decir que estábamos contentos es poco. Hemos tenido la alegría de recibir noticias de este tipo cada que sentimos que el camino empieza a llenarse de obstáculos. Estos regalos son el impulso que necesitamos para saber que la labor vale la pena y que las sonrisas merecen todos los esfuerzos.
Como en los post anteriores les hice una recopilación de fotos para que desde aquí puedan compartir con nosotros estos momentos y, pese a estar lejos, logren disfrutar de cada sonrisa recibida ese día.
No esta de mas contarles que aquel día muchas manos se sumaron, muchos amigos se convirtieron en padres y madres postizas y otros, como Patricio y Chechi brindaron tanto su tiempo como el vehículo que nos permitió trasladar a los niños. Un gracias no nos alcanza pero no conocemos de otra palabra para expresarles nuestro cariño.