En medio de un día en que parecía que no juntaríamos la comida y que el ingenio no nos alcanzaba para mantenernos todas las semanas alimentando niños, recibimos una donación sorprendente: 150 boletos para llevar por 3 horas a nuestros enanos al playland park. Decir que estábamos contentos es poco. Hemos tenido la alegría de recibir noticias de este tipo cada que sentimos que el camino empieza a llenarse de obstáculos. Estos regalos son el impulso que necesitamos para saber que la labor vale la pena y que las sonrisas merecen todos los esfuerzos.
Como en los post anteriores les hice una recopilación de fotos para que desde aquí puedan compartir con nosotros estos momentos y, pese a estar lejos, logren disfrutar de cada sonrisa recibida ese día.
No esta de mas contarles que aquel día muchas manos se sumaron, muchos amigos se convirtieron en padres y madres postizas y otros, como Patricio y Chechi brindaron tanto su tiempo como el vehículo que nos permitió trasladar a los niños. Un gracias no nos alcanza pero no conocemos de otra palabra para expresarles nuestro cariño.
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